El ajedrez como herramienta pedagógica y educativa
Próximamente comenzará en el Gabinete Psicopedagógico Talent el taller de Ajedrez Educativo a cargo de la profesora Violeta Lepojevic.
La práctica del ajedrez está considerada como uno de los mejores complementos a la educación y la formación de los niños.
Está demostrado que con la práctica del ajedrez se incrementan un gran número de habilidades cognitivas en los niños, que les servirán asimismo para aplicarlas durante su proceso educativo en otras áreas o materias. El ajedrez es una gran herramienta pedagógica y educativa para los más jóvenes.
Según el Dr. Robert Ferguson, director de la American Chess School" en su Tesis Doctoral "Sumario de las Investigaciones del Ajedrez en la Educación", el ajedrez incrementa:
- la creatividad
- la concentración
- las habilidades de pensamiento crítico
- la memoria
- el rendimiento académico
- la capacidad utilizada en la resolución de problemas
- el enriquecimiento cultural
- la madurez intelectual
- la autoestima
- las puntuaciones en test estandarizados
- un abanico de cualidades que cualquier administrador, director de escuela, padre o profesor desea
la memoria
el reconocimiento de patrones
la toma de decisiones
el refuerzo
Todas estas variables interactúan durante el juego del ajedrez y producen los resultados del proceso de pensamiento humano. El ajedrez es un sistema cerrado y, como tal, el número de posibles jugadas y variaciones es finito, aunque este número es extremadamente alto.
El hecho de que sea un sistema cerrado permite que el juego sea analizado y organizado para el estudio. El ajedrez también funciona bajo un esquema de reglas, por lo que el progreso en el aprendizaje del jugador que tenga un nivel alto del dominio de estas reglas será probablemente rápido. En las investigaciones psicológicas John Artise descubrió ciertos hechos relacionados con los procesos cognitivos humanos:
1. Mejora de la memoria.
El ajedrez ha conseguido maravillas para la gente en este área. Jugadores de todos los niveles han admitido que su memoria general ha mejorado significativamente como resultado de jugar al ajedrez y efectuar análisis de las partidas. La naturaleza del juego es tal que los aspectos visuales del juego dejan impresiones profundas en el área del cerebro responsable de la memoria. Los estímulos visuales tienden a mejorar la memoria más que cualquier otro estímulo. Es por este motivo que el ajedrez sirve para este propósito. Debe también observarse que la habilidad para recordar también se beneficia.
2. Lógica.
El autor no cree que las personas nazcan con una habilidad superior para la lógica. En su opinión, la lógica se crea y desarrolla como resultado de otras contingencias psicológicas relacionadas con el aprendizaje humano. Muchos de los jugadores entrevistados por Artise han afirmado que el ajedrez les “afinó” o les desarrolló un sentido único de lógica que han aplicado con éxito en otros aspectos de su vida.
3. Observación y análisis.
El ajedrez posee la habilidad especial de enseñar al jugador a estar más atento a los detalles y particularidades de cada posición. El jugador aprende a observar todo el tablero y a reconocer los aspectos más importantes y también los menos importantes de la posición. Muchas de las personas con quienes trabajó Artise, que se encontraban en ese momento la Universidad o en secundaria, comentaron que podían analizar y resolver problemas mucho mejor después de aprender a jugar al ajedrez. También admitieron que disponían de una mayor capacidad para resolver problemas de matemáticas, al haber transferido [a esa materia] el mismo tipo de metodología utilizada en el ajedrez.
4. Condicionamiento operativo.
Este aspecto sobresale por encima de los demás y se relaciona con el aprendizaje humano. En psicología, el condicionamiento operativo involucra al alumno que actúa, observa y responde a los estímulos que se le presentan. Lo mismo sucede en el ajedrez. El ajedrecista hace sus jugadas basándose en su conocimiento de las reglas, su análisis y observaciones y, sobre todo, su juicio.
Tras la jugada de su contrincante el jugador ve los resultados de su proceso mental. Y de esta experiencia aprende. Aprende al operar sobre lo que ha analizado. En muchas materias el alumno no llega a tener la oportunidad de operar sobre lo que observa y analiza. En consecuencia, el aprendizaje es incompleto y lo desestimula (refuerzo negativo). Sin embargo, con el ajedrez el alumno recibe un refuerzo positivo, obteniendo conocimiento inmediato de los resultados.
- al desarrollo de la habilidad para pensar bajo presión,
- ayuda al conocimiento requerido para mantener apuntes organizados y al trabajo con enciclopedias y libros de referencia y, por último,
- inculca objetividad y respeto por los puntos de vista de otras personas.
• es un juego que requiere de habilidades mentales de alto nivel
• desarrolla la habilidad de concentración
• es sumamente motivacional
• es económico
• se juega en silencio
• es un forjador de la autoestima
• mejora la disciplina escolar
• ayuda a los estudiantes a ser menos impulsivos
• es un excelente vehículo para enseñar buenos hábitos deportivos
• es divertido
• enseña a ser paciente
• es seguro
"El ajedrez estimula la paciencia, la memoria nítida, la habilidad de concentración, habilidad para resolver problemas y el entendimiento de que ciertos comportamientos traen consigo ciertas consecuencias. Los niños con problemas especiales también pueden aprender a jugar al ajedrez. Uno observa al niño estudiando un problema, dividiéndolo en sus componentes y agrupándolo nuevamente. Este proceso involucra selección, análisis, juicio y razonamiento abstracto.”
Según Stephen Opalanko, Presidente del Club de Ajedrez de la Escuela Secundaria de Trumbull, "...el ajedrez es el juego perfecto. Las reglas son sencillas de aprender, es desafiante y divertido."
Requiere de un sentido de responsabilidad, alto nivel cultural y un proceso disciplinado de pensamiento. El ajedrez se caracteriza por su fácil disponibilidad, simplicidad y atractivo para posicionarse como un juego que contribuye al desarrollo integral de la persona. Este aspecto del juego le proporciona un gran valor para propósitos pedagógicos. El ajedrez también desarrolla la curiosidad inquisitiva. Para poder avanzar, el jugador de ajedrez debe aprender a utilizar independientemente el conocimiento y las habilidades para escoger la solución óptima.
Las investigaciones han comprobado, que en este proceso, el arte del pensamiento comparativo [a través de analogías o comparaciones] juega un papel importante en el desarrollo del jugador. La habilidad de encontrar diferencias en situaciones similares y reconocer similitudes en otras que, aparentemente, no tienen nada que ver, es crítica. Eventualmente los estudiantes que juegan ajedrez trasladan esta habilidad adquirida a otras actividades de su vida.
Krogius y Gershunski indican en su estudio que enfrentarse a las dificultades objetivas que se presentan en las posiciones de ajedrez facilita el desarrollo de la capacidad para enfocar la atención en la dirección correcta y en el momento específico. Esta facultad es importante en la vida real. El combate del ajedrez adiestra a la persona a enfocar la atención intensamente. Permite observar con mayor profundidad en una situación complicada.
El tiempo limitado para considerar las alternativas también fomenta la disciplina el pensamiento. Dentro de un tiempo definido, una decisión y su correspondiente jugada tienen que realizarse. Hay que sobreponerse a las indecisiones.
[El ajedrez] también estimula el desarrollo de la imaginación, así como la visión e intuición. Todos los pros y contras deben ser visualizados y sopesados, pero el exceso de fantasía es inaceptable. Es indispensable tomar decisiones fundamentadas en la realidad de la situación.
Algunas personas pierden tiempo y energía viviendo las experiencias negativas anteriores, lapsos o errores cometidos, o situaciones en las cuales nada se puede hacer en el presente. Un jugador de ajedrez casi nunca vuelca sus pensamientos a quizá debí haber hecho... La jugada ya se ha efectuado y los remordimientos sobre estas especulaciones son inútiles, ya que la situación específica que se presenta ahora requiere concentrarse en la realidad actual.
El ajedrez requiere disciplina y responsabilidad, así como un sistemático autocontrol. Jugadas planificadas deben verificarse mentalmente antes de jugarlas. Jugar “sabiamente” enseña a seleccionar las jugadas más económicas, desarrollando características de un racionalismo sano. Un jugador de ajedrez no actúa tomando como referencia básica información completa cuando toma una decisión, aunque afronta los riesgos con determinación, aún en las situaciones más dramáticas.
El ajedrez enseña al estudiante a posponer la acción hasta el momento más favorable. Los eventos no deben ser precipitados o forzados, a menos que existan los factores objetivos para una ejecución exitosa. También se aprende a que las derrotas se producen como consecuencia de los errores propios. No tiene sentido en este juego - en el cual no interviene el azar - que uno culpe al contrincante de sus errores. La disposición del juego estimula objetivamente a uno hacia un autoanálisis crítico. Llega a ser un medio para adiestrarse en la educación autodidacta.
En opinión del Club de Ajedrez de Manhattan no conviene involucrar a niños menores de 10 años en torneos serios. Esto es especialmente cierto si niños de mayor edad están participando.
Sí son aceptables torneos pequeños e informales. Los niños de siete a ocho años de edad dominan el simbolismo ajedrecístico con un alto nivel de confianza, pero esto no significa que se deba abusar con excursiones teóricas complejas. El énfasis debe centrarse en enseñarles los aspectos prácticos del juego. Los niños deben ponerse a competir de acuerdo a su nivel de ajedrez más que por su edad. Es importante que los niños tengan una oportunidad de poder ganar o perder.
1) ver el futuro con optimismo cuando uno se encuentra ante obstáculos,
2) a enfatizar lo positivo, ya que experimentar el éxito es profético de mayor éxito,
3) a desarrollar una determinación para resistir efectivamente ante las dificultades y redoblar los esfuerzos en las tareas que nos ocupan,
4) a autoevaluar su rendimiento por medio de referencias racionales y fundamentadas en la realidad de su entorno.
9 En el dossier presentado por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) a las Naciones Unidas en 1988 se menciona el informe del Dr. Hans Klaus, en el cual se cita que el ajedrez ayuda a las personas a elaborar métodos exactos de pensamiento.
Es particularmente práctico comenzar a practicarlo desde el comienzo de la escuela primaria, ya que desde temprana edad se les puede inculcar a los niños la disciplina de pensamiento táctico y estratégico. Es mucho más fácil enseñarle a una persona a pensar con lógica enfrente de un tablero de ajedrez que a través de un libro de lógica. Todos preferimos aprender algo mientras jugamos en lugar de aprenderlo formalmente.
“Se les enseñaba a construir piezas y las reglas básicas [del juego]. Luego se les requería cierto autocontrol al exigirse la regla de "pieza tocada-pieza movida”. Hubo algunas dificultades al principio con niños que tenían un bajo nivel de tolerancia para las frustraciones. Con algo de ánimo los niños desarrollan el nivel adecuado de paciencia y [aprenden] a aceptar sus errores. La experiencia ha sido un éxito, ya que los niños han mejorado su autoestima, pensamiento y habilidades organizativas.”
El Dr. Bernard Schmidt, Experto de la Federación de Ajedrez de los Estados Unidos, explica en su libro How to teach chess in the public schools: a course outline (Cómo enseñar ajedrez en las escuelas públicas: un esquema del curso, 1982) que él utilizaba el ajedrez como un programa de lectura correctiva en la Escuela Secundaria de Macbee en Carolina del Sur. Indica que el ajedrez demostraba su potencial como arma para combatir el analfabetismo en esas clases. Muchos de esos estudiantes que aprendieron a jugar al ajedrez mejoraron sus habilidades de lectura y lograron disfrutar de las largas horas que pasaban en la escuela.
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